viernes, 13 de diciembre de 2013

El sueño de Ícaro... más cerca

Bill Suitor en pleno vuelo
El 28 de Julio de 1984, en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, pudimos ver a Bill Suitor haciendo un "vuelo" perfecto desde la zona alta del estadio hasta un círculo señalado en el centro del Memorial Coliseum. Aunque el vuelo era de pocos segundos de duración, la sensación de control y seguridad con que el "piloto" manejaba su Rocket Belt transmitía que ésa era una tecnología dominada y, al menos yo así lo pensé, poco faltaba para que alguna versión comercial estuviera disponible a nivel del consumidor dispuesto a pagar algunos miles de $ por tener este "juguete" con el que ahorrarse los malditos atascos de tráfico.
 
En este vídeo se puede ver completo el vuelo de Bill Suitor:
 
Pero, casi 30 años después, ¿qué ha sido de los "Personal Transportation Systems - PTS? Lo cierto es que no estamos en la visión futurista adelantada hace décadas, desde los albores de los relatos de ciencia ficción, donde todos andaríamos (mejor dicho, "volaríamos") con estas mochilas voladoras adosadas a nuestra espalda o con artefactos similares y surcando los cielos urbanos en una especie de enjambre humano.
 
El "enjambre" de PTS
Sin embargo, parece que no es tanto una cuestión de tecnología, sino de regulación. Me explico. Los primeros prototipos de Rocket Belt son de los años 60. Su primera aparición "estelar" fue en la primera edición de la Superbowl, celebrada en 1967, también en Los Angeles. O sea que, cuando lo vimos en los Juegos Olímpicos, era una tecnología que ya llevaba casi 20 años en funcionamiento. Pero, por razones entendibles, parece que su desarrollo y explotación estuvo circunscrito durante muchos años al ámbito militar y de defensa.
 
En el año 2005 finalizó el monopolio de la Bell Aerosystems sobre esta tecnología y algunas empresas, como  Tecnología Aeroespacial Mexicana (www.tecaeromex.com), empezaron a fabricar nuevos prototipos para uso comercial. Ellos reivindican, entre otras cosas, el contar con la primera mujer en haber volado con un jetpack: Isabel Lozano, en agosto de 2006.
 
El P12 de Martin Aircraft
Pero la iniciativa actual  más "sólida" se está llevando a cabo en nuestras antípodas, en Nueva Zelanda. Allí, la compañía Martin Aircraft
 (www.martinjetpack.com) , desarrollada bajo el impulso de su fundador, el inventor Glenn Martin,  acaba de anunciar un nuevo prototipo, el P12, capaz de alcanzar una velocidad máxima de 74 Km./hora, con una autonomía de unos 30 Kms. ( o media hora). O sea, ideal para ir de Majadahonda o de Tres Cantos al Bernabéu en apenas 12 minutos, incluso a las 8 de la mañana. Aunque, por lo que se ve en las fotos, el modelo actual resulta un poco aparatoso en comparación con el Rocket Belt.

En realidad, la tecnología de Martin Aircraft no se puede considerar propiamente un "jetpack" (motor de propulsión a chorro, similar a un cohete). Utiliza un motor de gasolina de 200 caballos de potencia con dos toberas que encierran unos potentes ventiladores, que son los que facilitan la sustentación y la propulsión.
 
La compañía prevé que una primera versión destinada al servicio público  (policía, protección civil, emergencias, bomberos,...) podría estar disponible en 2014, y que las versiones comerciales destinadas al público en general lo estarían unos años más tarde.  Ya está abierta la lista de espera en la página web, y por unos $4.000 te incluyen en ella. El precio objetivo del Martin Jetpack para uso recreativo es de $100.000 + gastos de entrega e impuestos, por lo que tampoco esperemos ver legiones de ellos en nuestros cielos de la noche a la mañana.
Prototipo de dirigible personal
 
Hay otra alternativa más ecológica. Es la que propone un dirigible personal a base de hidrógeno con un motor eléctrico como impulsor. Seguramente, su velocidad de crucero sea menor, pero el atractivo de un viaje "silencioso" tiene su punto.

En todo caso, y como señalaba más arriba, lo que hará falta será una revisión de las leyes que regulan la circulación de aparatos aéreos, tanto por zonas urbanas como rurales. Porque si estos artefactos tienen éxito, y con la mayor demanda bajan los precios y se convierten en un transporte "asequible", tampoco es cuestión de que impere la ley del más fuerte en las alturas.  
 
 
 
 

3 comentarios:

  1. Querido Ángel.
    Gracias como siempre por compartir tu curiosidad con nosotros. Siempre es un placer leerte.
    Gonzalo.

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  2. querido Ángel:

    yo me cuerdo de aquel vuelo en las olimpiadas de Los Ángeles, como me acuerdo del arco y de la flecha de Barcelona 92 ( le echaron valor, vamos que si el arquero falla, vaya papelón, jejeje.....)

    Esta tarde he estado 2 millones de minutos esperando en una cola en una tienda Vodafone (qué cansina es la gente para elegir un teléfono que al final no compra ) y tenían un video de un "príncipe" enfundado en un traje volador que se tiraba desde un acantilado y me he dicho:
    1- qué bonito tiene que ser volar
    2- NO TENGO ............... para tirarme desde un peñasco y volar como un pájaro

    Así que por el momento me tendré que conformar con volar en un avión comercial.

    Pero si tú te atreves, yo me apunto y alquilamos un globo, una avioneta o el prototipo de los hermanos Wright......

    un abrazo

    Pedro



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  3. Yo subo a los aviones porque no queda otro remedio cuando el viaje es largo y el tiempo comprimido, que si no... He vivido un par de episodios nada gratos al aterrizar y lo que cuando era jovenzuela no se me pasaba ni por la cabeza, ahora se me pasa, ya lo creo que se me pasa y voy con el corazón encogido y los nervios en ebullición.

    Las vistas son preciosas desde las alturas, no digo ya nada lo que debe ser desde la Estación Espacial, la leche, pero mejor en la Tierra. Sin embargo, es verdad que en la imaginería popular de los ochenta siempre predominó la creencia de que en el nuevo siglo nos desplazaríamos por las alturas, y que no haría falta ni conducir, le meterías la dirección al supercoche volador y él solito se encargaría de todo, incluso de aparcar (bueno, ya, que esto de aparcar hay coches que ya lo hacen, o casi)..Lo del "piloto automático", por cierto, no estaría nada mal, sea vehículo terrestre o aéreo, para los invidentes. Les daría muchísima autonomía en los desplazamientos, creo yo.

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