viernes, 21 de noviembre de 2014

Saludos desde la órbita de Neptuno

Cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko
Bueno, en realidad estoy un poco más allá. A 5.070 millones de kilómetros del Sol. Lo cierto es que el plan era que permaneciera en estado de hibernación otros 10 años más, hasta 2024. Para que mi despertar coincidiera con lo que los astrónomos llaman el "afelio", o la distancia de la órbita más alejada de la estrella. Pero los recientes acontecimientos en los alrededores de la Tierra han precipitado las cosas.
 
Resulta que todos los medios de comunicación terrícolas han señalado como una gran conquista el hecho de que el 12 de Noviembre de 2014  el módulo Philae, desprendido de la sonda Rossetta, de la ESA (European Space Agency), se haya posado (después de algunos rebotes incontrolados, es verdad) en la superficie del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Y que en las 60 horas que le han durado las baterías haya transmitido un montón de información sobre la estructura del cometa, su composición, su masa, etc... Que sí, que está bien, que la astronáutica europea necesitaba tener alguna buena noticia, pero...
 
Ya es hora de contar la verdad. Y para eso, hay que retroceder a 1986. Los años finales de la "Guerra Fría". Años donde la Unión Soviética (sí; todavía se llamaba así) mantenía operativa una considerable capacidad en sus laboratorios cibernéticos y centros tecnológicos, tanta como para diseñar y lanzar desde el cosmódromo de Baikonur una sonda espacial que se aproximara e hiciera descender sobre un cometa una pequeña nave "tripulada". Pero, claro, no sobre un pedrusco irregular de apenas 4 Kms. de longitud como es el ahora archifamoso Churyumov-Gerasimenko, sino sobre el cometa más emblemático de todos los tiempos. El que nos lleva visitando cada 75 años desde la antigüedad (la primera observación verificada fue en el año 239 a.C.): El cometa Halley.
 
Y allí fui yo. En febrero de 1986, coincidiendo con la aproximación de Halley a la Tierra después de haber superado su "perihelio". Si buscas en Google (sí, aunque he estado hibernado durante 28 años, ya me he puesto al día de las herramientas hoy disponibles), leerás sobre la sonda europea Giotto, enviada al encuentro del cometa (y que casi se desintegra en el intento), sobre las soviéticas Vega1 y Vega2 (sí, lanzadas al mismo tiempo que la mía, para despistar); incluso sobre las japonesas Suisei y Sakigake (que hicieron un papel más bien testimonial). Pero ni una palabra sobre mi nave. Todavía funcionaban bien los servicios de la KGB y el GRU (preguntadle si acaso al Camarada Putin). Seguramente le dieron una explicación plausible a la NASA y el Presidente Reagan se la tragó.
 
Órbita del Cometa Halley (75 años)
 
Mi misión estaba clara. Una vez "ahalleyzado" en la superficie del cometa, debía permanecer hibernado durante el largo viaje de vuelta del cometa a su afelio (37,5 años) y, una vez llegado ese momento, despertar para empezar a narrar el apasionante viaje de vuelta hacia el Sol. Atravesando las órbitas de todos los planetas exteriores: Neptuno, Urano, Saturno, Júpiter, el cinturón de asteroides, luego Marte, la Tierra, Venus, Mercurio, y finalmente, el Sol.  Fecha prevista de llegada (y en esto soy más puntual que un reloj suizo):  1 de Junio de 2061.

Ahora se puede contar. La que fue y se mantuvo como misión supersecreta, tenía una  fecha prevista de salir a la luz y deslumbrar al mundo: Octubre de 2017 (sí, dentro de tres años). Para conmemorar por todo lo alto el primer centenario de la Gloriosa Revolución bolchevique (y darle, de paso, un bofetón en plena cara a americanos y europeos). Pero, después de la caída del Muro de Berlín, de la desaparición de la URSS y del desplome en picado del prestigio de la ciencia y tecnología "soviéticas", la misión perdió interés en los despachos del Kremlin, y sólo sobrevive gracias a los abnegados esfuerzos de un grupo de técnicos aislados en una base perdida en los Urales.
 
Y cuando llegue al final de mi periplo, ¿qué Tierra me encontraré?. Leo con atención las entradas y comentarios que se van escribiendo en este interesante blog. Con ello me voy haciendo una idea de por dónde van los progresos científicos, tecnológicos y sociales de la Humanidad. Hay que ver, ¡qué cantidad de cosas interesantes se han descubierto en pocos años! Y la multitud de avances prometedores en todas las disciplinas del saber. Esperemos que no se tuerzan las cosas, por culpa de conflictos y luchas de poder entre los hombres, como en otros períodos de la Historia...
 
Ah, y los que estáis intrigados por cómo me voy a mantener operativo durante los próximos 40 años, no os preocupéis. Soy muy frugal. Con un poco de energía nuclear que tengo almacenada por aquí y la creciente radiación solar que me irá llegando a medida que avance en mi travesía, tengo de sobra. Si queréis saber exactamente dónde estoy en cada momento, aquí tenéis una página web con toda la información:
Y, aunque los ingenieros que me diseñaron eran muy "fans" (como he aprendido que se dice ahora) de Clarke y Kubrick, y por eso me bautizaron oficialmente como JCN-10000, podéis llamarme Yuri.

 

4 comentarios:

  1. Que bonito!

    Se percibe una vis poética y filosófica en el autor. Me estoy imaginando el viaje de Halley con la música de fondo de la sonata del claro de luna de Beethoven. Majestuoso.

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  2. Sí, de acuerdo contigo Telmo, es un relato precioso y poético. A mí me suena más a los M-CLAN con su Llamando a la tierra: ." He visto una luz. No hay señal de vida humana... " o, mejor, la versión original que la inspiró: Serenade de la Steve Miller Band.

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  3. Charo, que rockera!!

    No conocía esa pieza. Me gusta más la versión de M CLAN, mas dulce que la de Steve Miller (muy metálica para mi gusto mediterráneo). La verdad es que el libreto se ajusta muy bien a la temática sideral. Sin embargo yo podría escuchar la sonata sin parar los 75 años de la órbita de Halley.

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  4. Nada, todo fachada, fui más discotequera que roquera. De hecho a la Steve Miller la descubrí porque en los ochenta se hicieron muy famosos con una cancioncilla de discoteca: "Abracadabra". Así de cutre es la cosa... y ya de mayor, escucho de todo (petardos también), y unas cosas me gustan y otras no. En música soy poco definida, o eso creo, lo cual no sé si es bueno o malo. Claro de Luna desde luego es una bellísima elección.

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