viernes, 26 de febrero de 2016

¿Se besaban los neandertales? ¿Se besarán los posthumanos?

Escultura hindú
No parece fácil responder a la primera pregunta. Por afinidad con otras especies de mamíferos y primates, cuyos comportamientos son fáciles de observar hoy en día, podemos aventurar que quizá sí se producía ese contacto buco-labial entre madres e hijos, pero con un puro objetivo nutricional: las madres masticaban y ablandaban el alimento que después pasaban a sus retoños, todavía incapaces de alimentarse por sí solos. Pero del papel del beso en el ámbito afectivo, nada sabemos.

Para encontrar constancia escrita del beso romántico / erótico / sexual hay que avanzar en el timeline de la Historia hasta la India del Mahabharata ("La gran saga de la dinastía Bharata", del siglo VIII a.C.). Hay bastante acuerdo entre los historiadores en que la costumbre del beso pasó de la India a Europa como consecuencia de las expediciones de conquista de Alejandro Magno al Punjab en el año 326 a.C. De Grecia pasó a Roma, donde se refinó y clasificó, distinguiendo entre el ósculum (beso en la mano o en la mejilla), el basium (beso en los labios con la boca cerrada) y el suavium (beso de pasión). Y de ahí a toda Europa Occidental (aunque con mayor énfasis en los países del Sur que en los del Norte).


Son conocidos los primeros pasajes de la Biblia donde aparece mencionado el beso:
De padre a hijo: (Gen 27,26): "Díjole después Isaac: Acércate y bésame hijo mío".
De hombre a mujer: (Gen 29,11): "Besó Jacob a Raquel, y alzó la voz llorando".
De la amada al amante: (Cant 1,2): "¡Béseme con besos de su boca! Son tus amores más deliciosos que el vino, son tus ungüentos agradables al olfato".

Beso de despedida - Hermel Orozco
O sea, que parece que el beso fue un "invento" de origen "indoeuropeo", que se fue extendiendo a medida que los imperios medievales europeos iban añadiendo territorios a sus dominios. Pero que, por lo que fuera, no era conocido, o no se había desarrollado en el mismo sentido erótico/sensual en los pueblos indígenas de América, en el Ártico, en África o en civilizaciones tan avanzadas para otras cosas como la china o la japonesa. Sin olvidar la estricta norma musulmana, donde no está permitida ninguna manifestación de este tipo en público (dicen que en privado sí, pero quién sabe).

Según los estudiosos del tema, los beneficios del beso sensual son muy diversos: en primer lugar, se requiere una coordinación muscular significativa, ya que en un buen beso hay 34 músculos faciales y 112 músculos posturales involucrados, sin contar la lengua. Los labios tienen muchas terminaciones nerviosas que les hacen muy sensibles al contacto. En respuesta a su estimulación, el cerebro segrega adrenalina, oxitocina y dopamina, lo que origina un chute hormonal que hace que el corazón bombee más rápido y propicia que el sistema cardiovascular esté más en forma. También reduce el estrés y los niveles de colesterol. Desencadena diferentes respuestas sexuales y aumenta la sensación de bienestar.

¿Y los riesgos? Pues, básicamente el posible contagio de enfermedades a través del intercambio de saliva que contenga los virus o microorganismos responsables de las mismas: mononucleosis infecciosa, herpes simple y cualquier tipo de gripe. En cambio, las enfermedades de transmisión sexual, incluido el sida, no representan un riesgo por el mero contacto labial; cuando en casos muy esporádicos se ha producido el contagio ha sido porque había lesiones más profundas en la boca que han puesto en contacto tejidos infectados.

¿Y en el futuro? ¿Necesitarán los posthumanos recurrir a este procedimiento (no me atrevo a calificarlo de primitivo, pero, al menos sí de laborioso, aunque también placentero)  para conseguir los mismos efectos? Pues parece que no. Todo apunta al desarrollo de modos de comunicación mucho más directos, de cerebro a cerebro, saltándose todo el tramo de las terminaciones nerviosas periféricas y de las complicadas redes de nervios transmitiendo estímulos hasta el cerebro. Algo de esto ya se trató en el post "Yo Cyborg", a partir de las experiencias de Kevin Warwick.


El MindWave Mobile
En este sentido, empieza a haber en el mercado aparatos que nos indican que por ahí van los tiros. Por ejemplo, NeuroSky (www.neurosky.com) comercializa (por unos $150) el MindWave Mobile Headset. Se trata de un sensor que capta las ondas cerebrales del neocórtex (como lo haría un equipo de electro-encefalografía, pero mucho más sencillo y barato). A través de una conexión bluetooth, se conecta con un smartphone e interactúa con una serie de apps que tienen que ver con:
- Entretenimiento  (vídeojuegos y efectos especiales con "la fuerza" tipo Star Wars).
- Atención / Gimnasia cerebral (enseña al cerebro a concentrase en una tarea, aplicando conceptos de "mindfulness").
- Relajación (mejora la capacidad de afrontar estados de estrés).

No hay que tener mucha imaginación para anticipar apps compartidas, donde varias personas usan simultáneamente los mismos recursos y, finalmente, la conexión directa, neocórtex a neocórtex, sin Apple ni Google de por medio (bueno, de ésto nunca se puede estar seguro). Y no sólo para jugar a combatir con espadas láser virtuales, sino para otro tipo de juegos y de relajaciones.

Habrá que probarlo cuando llegue. Y, si falla el sensor o la conexión bluetooth, siempre quedará el plan B, el de toda la vida.










4 comentarios:

  1. Buen artículo y muy original....

    ..... acabaremos con el "orgasmotrón" de Woody Allen, jejeje

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Enhorabuena Angel, esta semana has conseguido subir el tono de post y llevarnos a imagimnar el "CiberOrgasmo"© que hay que patentar, sino lo está ya.
    Un fuerte abrazo

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  4. Hace poco se volvió a ver en TV esa obra de arte del cine japonés "Cuentos de Tokio" (1953) de Yasuiro Ozu. Una de las cosas que me llamó la atención fue que, pese a tratar de la vida de una familia puertas adentro de sus hogares, en ningún momento se ve que se besen, ni esposos, ni hermanos, ni amigos, nadie lo hace. Luego leí algo sobre ello y me enteré que es de mala educación. Deber serlo también en China y en Corea.

    Las generaciones más jóvenes de Japón lo empezaron a practicar en los 60, a raíz de la influencia de militares americanos destinado allí. De hecho, beso en japonés se dice "kisu" (premio al que adivine de donde viene la palabrita).

    ¿Querrá esto decir que no sabían lo que era y que nunca antes en la historia se hubiera practicado y lo han aprendido de los "marine"? Pienso que todo lo contrario. Una novedad no es nunca un tabú.

    Coincido con Jesús en felicitar a Angel por esta interesante disquisición sobre un tema digno de un doctorado (o varios) en antropología.

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